La industria ibense del juguete debió nacer en los años del cambio de siglo; entonces, la agricultura no era suficiente para mantener a toda la población y muchos buscaban actividades complementarias, en Ibi- los pozos de nieve, por ejemplo- o en otras tierras: la antigua emigración de la siega y los tejares de Castilla y Aragón estaba dejando paso a la instalación de heladerías por casi toda la geografía española e incluso más allá de nuestras fronteras.
Una familia de hojlateros – los Payá – comenzó a vender por los mercados de la comarca, junto a sus productos destinados a un público adulto, una amplia variedad de tazas, platos, candiles, regaderas, y otros utensilios en miniatura, destinados a los niños. De hecho, según José R. Valero, durante algunos años, los Payá debieron compatibilizar su hojalatería tradicional con la construcción de los primeros juguetes, puesto que en el primer documento que se conserva sobre la fundación de la empresa (la venta del taller paterno a sus hijos en 1905) todavía no se especifica que se tratara de una fabrica juguetera. Pronto debió convertirse en una actividad rentable porque en 1909 ya acudieron como jugueteros a la Exposición Regional Valenciana. La utilización de la técnica del engrapado les permitió ampliar sobradamente el catálogo de modelos de juguetes.