El 25 de agosto de 1996 fallecía, en la misma casa de Villena (Alicante) donde naciera el 30 de septiembre de 1905, José María Soler García. De formación autodidacta, fruto de una extraordinaria inteligencia natural y la lectura diaria de un libro, su nombre se encuentra ligado a excepcionales descubrimientos arqueológicos y documentales que por sus ajustadas interpretaciones superan lo que en manos de otro sería una mera historia local.
Coherente con su pensamiento, de hombre moderado y liberal, sufrió la represión que muchos de nuestros hombres honestos conocieron tras la Guerra Civil y, como algunos de ellos, no quiso humillarse y pedir su reingreso como oficial de Correos y así, como señalara Antonio Tovar, «de su trabajo como contable vivió durante largos años en que ha construido un 407→ monumento a la historia de su pueblo natal». El mismo Tovar ha destacado la ayuda que le ofreciera Soler en la Villena de preguerra. Esa misma ayuda y un profundo magisterio ha ejercido sobre todos los que nos hemos acercado a pedirle un dato sobre un documento inédito o una información precisa de sus excavaciones.
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La música, la lectura de documentos y arqueología fueron sus preocupaciones intelectuales, junto con unas incontenibles ganas de disfrutar de la vida, lo que le llevaba a su continuo lamento por las horas perdidas durmiendo.
Sus investigaciones en los archivos parroquiales y municipal le permitieron reconstruir la historia medieval y moderna de la Villena de don Juan Manuel, los Reyes Católicos, Carlos V o Felipe II, de quien publicará la conocida «Relación de Villena de 1575», cuyo manuscrito, depositado en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial, edita acompañado de abundantes y precisas notas y de amplio apéndice documental de los siglos XIII al XVIII relacionado con temas cruciales para Villena, que abarcan desde asuntos domésticos a cuestiones de aguas y montes o al urbanismo de la ciudad.
A su paciente labor de archivo se debe la reconstrucción de la azarosa vida del polifonista renacentista Ambrosio de Cotes, que publicaría en 1979 acompañado de varias de sus composiciones musicales inéditas. Esta monografía es fiel reflejo de su otra gran pasión: la música, tanto la culta como la popular. A esta última dedicó un excelente estudio -Cancionero Popular Villenense (Alicante, 1986)-, en el que se recogen 156 melodías y fórmulas rítmicas, 2.648 coplas literarias y 29 romances, fruto de una detenida labor de campo y la lectura de la prensa local y la literatura popular que, asimismo, serían las mismas fuentes que darían lugar a su obra más querida -Diccionario villenero (Alicante, 1993)-, donde estudia el peculiar lenguaje de su ciudad.