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Villena

Ayer visitó Villena el batería de Manolo García García-Pérez

Ayer visitó Villena el batería de Manolo García García-Pérez

Nació el 19 de agosto de 1955 (nacido en Albacete, no en Barcelona). Era un chico de familia emigrante con una especial inquietud por la pintura. A la temprana edad de siete años y tras recibir su primera comunión, realiza sus primeras “performances” artísticas en la terraza del domicilio familiar. Manuel, adelantándose a su tiempo, empieza a combinar elementos procedentes de deshechos industriales y pinturas con los añorados y entrañables muñequitos que las prestigiosas empresas OMO, TUTU, PERSIL y ESE entre otras, distribuían entre los niños.

En otras palabras, los muñecos evolucionaban sobre unos sencillos pero efectivos circuitos dibujados por el artista. Estas acciones tenían lugar en una terraza de unos seis metros cuadrados.

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Alrededor de los once años, Manolo descubre la fórmica. Con retales de este material procedentes de las industrias del barrio y cola de impacto, entra en una época abstracta en la que crea obras de dificilísima comprensión pero llenas de gracejo y simpatía. A los catorce años continúa entregado a la elaboración de su incomprensible obra experimentando con nuevas colas y materiales que consigue en una carpintería de su calle.

Su consagración en el mundo de la plástica llegará de manos de un anuncio de “la Vanguardia”; en él se reclamaba con gran franqueza “pintor de cuadros al óleo”. García entra a trabajar en un taller de la Verneda en el que se pintaban esas espectaculares cacerías de ciervos que decoraban los comedores de los hogares populares. Se convierte en un especialista en cielos y lagos; otro de sus compañeros pintaba los árboles y vegetación en general; un tercero pintaba rocas y casas; mientras un cuarto compañero daba vida a los cazadores, perros y ciervos de la escena. El proceso finalizaba con los últimos retoques y la firma por parte del maestro.

Espoleado por sus éxitos como pintor de cielos y lagos, Manolo compra a plazos los tomos de “Dibujar es fácil”. Con la brillante metodología que esta obra aporta a su técnica, empieza a realizar cuadros copiados de estampas de la virgen, cromos de futbolistas y, sobre todo, de postales alpinas. Se supone que ahí reside la razón por la cual algunos conocen ésta como su época alpina.

A los diecisiete años entra de botones en una agencia de publicidad. Pronto pasa al estudio gráfico donde realiza su aprendizaje como diseñador gráfico. Simultáneamente, y demostrando una gran coherencia de pensamiento, estudia diseño gráfico en la “Escola darts aplicades i oficis artístics” de Barcelona.

A los veintiún años, y debido a que por esos tiempos estaba ya introducido en el mundo de la música; García trabaja como diseñador para casas discográficas de dudosa reputación, en las que se realizan copias (covers) moderadamente legales de los discos de éxito. En seis años realiza más de 400 portadas de estos subproductos.

Tras esta experiencia, decide establecerse por su cuenta como diseñador de juguetes y material escolar. Realiza esta pedagógica labor hasta que la música se convierte en su profesión y funda diferentes conjuntos de música moderadamente moderna.

A partir de entonces, Manolo se convierte en pintor por placer. Pinta en los hoteles, mientras viaja, y en su casa, cuando no lo hace.

Confiesa su pasión por los surrealistas, impresionistas y por los paisajistas catalanes de finales del XIX y principios del XX.

Los inicios musicales de Manuel García García-Pérez diseñador gráfico y pintor convertido en cantante se entremezclan con los de su pasión por la pintura, afición que no ha abandonado. Las orquestas de baile que todavía recorren los pueblos del país fueron la escuela en la que dio sus primeros pasos como músico; La primera de ellas llevaba por nombre Materia Gris; ahí fue donde hizo escuela y, tras haber pisado miles de escenarios, busca un proyecto propio. Se mueve durante año y medio para montar un grupo, hasta que conoce a Esteban Martín (el que después estuvo en Gabinete Caligari). Con él empieza a componer canciones, y así nacen Los Rápidos, un quinteto donde también militaban José Luis Pérez, Lluis Visiers y Antonio Fidel (se llamaron Los Rápidos porque consiguieron en sólo dos meses un contrato con EMI-Odeón). Y en noviembre de 1980 ya se encontraban grabando un disco.

La visita se centra en un encuntro entre el grupo de persusión de quien fuera batería del grupo Guaraná.


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