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Villena

‘Libertad’, la esperanza de los menores en cárceles de adultos

Sierra Leona es uno de los países más pobres y con la población más joven del mundo. Más de 300.000 menores edad son huérfanos y sobreviven en las calles como pueden. La edad penal en Sierra Leona se estableció a los 10 años durante la guerra civil de finales del pasado siglo y uno de los delitos que perduran es el de Loitering (merodeando). Significa que caminar por la calle de noche y sin rumbo fijo te convierte en un potencial delincuente y puede suponer entre siete meses y un año de prisión sin pasar por un tribunal. La reincidencia se denomina Frequency (frecuencia), y la pena son al menos dos años de prisión.

 

Pademba Prison es la cárcel más grande de Sierra Leona. Construida hace casi un siglo para albergar a alrededor de 300 reclusos, en la actualidad acoge a casi 2.000 sin que haya sufrido remodelaciones en su interior. Los presos viven hacinados y reciben un té negro amargo como desayuno y una sola comida al día y siempre la misma: arroz con salsa picante.

 

Pero lo peor de la cárcel no es el hacinamiento, la insalubridad o el olor nauseabundo por la falta de agua, lo peor es que hay muchos menores cumpliendo condenas desproporcionadas por faltas leves como una pelea, robar un teléfono o romper un cristal, y que conviven con adultos sin que sus familias sepan que están allí. Los someten a todo tipo de abusos, desde robarles la comida, obligarlos a abanicarlos, recoger los excrementos por la noche… hasta abusos sexuales.

 

Desde hace ocho años los misioneros salesianos son la única organización que entra en la prisión y tienen acceso a todos los reclusos. Junto a un grupo de voluntarios, visitan a diario la cárcel y han formado el Grupo Don Bosco para ayudar y atender a los presos más jóvenes y a los más débiles. Dos días por semana, tres grupos de 75 reclusos reciben una comida extra, atención sanitaria, legal, acompañamiento, ayuda espiritual, formación y actividades de ocio.

 

El documental Libertad refleja esta situación y también este trabajo de “ofrecerles un poco de cielo en medio del infierno que viven”, en palabras del misionero salesiano Jorge Crisafulli. En este tiempo, más de 250 reclusos, la mayoría menores de edad, han salido de la cárcel y han podido empezar una nueva vida gracias a la ayuda de los Salesianos, que han pagado sus fianzas, muchas veces irrisorias, o han seguido sus causas judiciales olvidadas hasta conseguir su libertad.

 

Pero Pademba Prison es sólo un ejemplo, porque más de 1,2 millones de menores en el mundo se ven privados cada año de libertad en cárceles de adultos, comisarías o reformatorios…


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