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Opinió Villena

“Publicación número 100”, por Gonazlo Trespaderne

Todo comenzó hace 4 años, cuando tuve el honor de ser pregonero de las fiestas de Briviesca.
Había personas que se acercaban a decirme: “no sabía que fueras…”, “que te dedicaras a…”, “que escribieras en tus ratos libres…” Algunos paisanos añadían que, de algún modo, les gustaría tenerme más cerca.
Paralelamente, caí en la cuenta de que a mis gentes de Villena y Adra también podía contarles cosas de vez en cuando para que me conocieran mejor y mantenernos en contacto. ¿De qué podía hablar? Pues de aquello que sé un poco, por formación, o por lo que me detengo a observar alrededor.
Así es que fui desgranando pequeñas reflexiones sobre lo que he aprendido de Filosofía o mi trabajo como educador, al igual que sobre cuestiones cotidianas que considero que llaman la atención de la mayoría de los mortales, que conviene que nos detengamos a repensar de vez en cuando: asuntos señalados que tienen que ver con lo que es o no de justicia, pequeños acontecimientos que hacen grandes algunos días, así como los sucesos de trazo más grueso que van marcando el rumbo de los tiempos que nos toca vivir.
Acerca de la política, he optado por pasar de puntillas. No porque no me atraiga, sino porque suele ser motivo de visceralidades o enfrentamientos que prefiero evitar. Ya digo: mi pretensión ha sido únicamente garabatear algunos pensamientos que pueden interesar a mis semejantes, y contar lo que voy haciendo a solas o con la familia cuando ando por aquí o por allá.
Ha habido rachas en que no he podido dedicar el tiempo que requerían los importantes acontecimientos que estaban teniendo lugar, otras en que me ha faltado constancia, e incluso en determinadas circunstancias he dudado y al final he creído más conveniente tragarme las palabras que tenía ganas de pronunciar.
También ha ocurrido tres o cuatro veces que me he sonado repetitivo o me he dado cuenta (tarde) de que dedicar más de una página a tal o cual tema podía resultar un tostón. Por contra, ha habido varias ocasiones en que me he sentido ciertamente satisfecho por haber conseguido sacarme de la pereza expresiva, por cuanto había sido capaz de destilar cavilaciones que flotaban difusas en mi cabeza de forma precisa, detallada e incluso literaria, o por el buen efecto que las mismas producían, a tenor de los likes o comentarios recibidos. Lo mejor de todo, sin duda, han sido esos momentos en que una vieja amiga o un nuevo conocido me han salido al paso con un: Gonzalo, he leído lo que pusiste el otro día y me ha gustado.
Solo por eso, si bien hay trances en que reconozco que quizás debería tomarme un descanso y ver de qué manera puedo madurar o mejorar lo que hago, me apetece continuar… al menos mientras quede alguien al otro lado.
Muchas gracias, una vez más, a quienes estáis ahí.

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