La Comunidad Valenciana cuenta con 77 granjas de gallinas ponedoras y genera alrededor de
2300 toneladas al año de huevos rotos, un biorresiduo de difícil gestión
- La Asociación Avícola Valenciana (ASAV), la Unió Llauradora i Ramadera, y el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE) acompañan a INESCOP en la investigación.
- El proyecto OVOVAL propone dar una solución integral a un residuo avícola mediante su conversión en diferentes bioproductos de aplicación en los sectores agroalimentarios, cerámico y de calzado, todos ellos de gran relevancia en la Comunitat Valenciana.
- En la actualidad, este residuo debe ser gestionado por un gestor autorizado, suponiendo dicha gestión un elevado coste económico para las empresas productoras, además de un impacto ambiental.
- OVOVAL cuenta con la financiación de la Agencia Valenciana de Innovación (AVI) y se llevará a cabo entre 2022 y 2024.
Elda, 23/11/2022. El Centro Tecnológico del Calzado (INESCOP) investiga, en el marco del proyecto OVOVAL, cómo transformar los residuos que constituyen los huevos de gallina que se rompen en los centros de embalaje y su conversión en recursos renovables de aplicación en los sectores agroalimentarios, cerámico y de calzado de la Comunitat Valenciana. El proyecto, liderado por INESCOP con la participación de la Asociación Avícola Valenciana (ASAV), la Unió Llauradora i Ramadera, y el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE), cuenta con la financiación de la AVI y la cofinanciación de la Unión Europea a través del programa operativo FEDER.
Según el informe “El sector de la avicultura en cifras”, publicado en julio de 2022 por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la Comunitat Valenciana es la cuarta comunidad autónoma productora de huevos con un 9,8% de la producción (110.817 miles de docenas). Según el mismo informe, en 2021, en la Comunitat Valenciana se encontraba el 5,27,9 % del total de instalaciones de gallinas ponedoras a nivel nacional, con 77 granjas, siendo los huevos rotos uno de los principales subproductos que estas generan.
De hecho, se estima que, al año, la Comunitat Valenciana genera alrededor de 2300 toneladas de este subproducto, el cual debe ser gestionado adecuadamente según la normativa vigente. Aunque en ocasiones, los huevos rotos se utilizan como compost o abono, lo habitual es que se entreguen a un gestor autorizado, con el elevado coste económico que esto supone, ya que “el coste de gestión de estos subproductos animales de categoría SANDANCH 3 en la Comunitat Valenciana, oscila entre 60 y 150 € la tonelada, dependiendo de la localización de la granja y del volumen generado”, explican desde ASAV.
Por ello, el proyecto OVOVAL propone una solución integral basada en un modelo de economía circular que permita transformar este bioresiduo en recursos renovables para el desarrollo de bioproductos y biomateriales de alto valor añadido para diversas aplicaciones industriales. De hecho, con la parte inorgánica del huevo, es decir, con la cáscara, “obtenemos bio-carbonato cálcico, un material que se podría emplear como submateria prima en la composición de fritas para baldosas cerámicas o para la fabricación de suelas de calzado”, explican desde ITC e INESCOP. Por otro lado, con la parte proteica del huevo (clara, yema y membrana) “se podrán producir nuevos bioproductos de contenido proteico para el desarrollo de biopolímeros para la industria del cuero, o bioestimulantes basados en amino ácidos libres, de gran interés en la actualidad para reducir el gran impacto ambiental generado por el uso de fertilizantes sintéticos, así como en el desarrollo de cultivos ecológicos”.
Asimismo, se prevé que los resultados del proyecto OVOVAL contribuyan a mejorar la competitividad de las empresas avícolas productoras de huevovalencianas a través de un nuevo modelo de simbiosis industrial con otros sectores valencianos de gran relevancia económica como son los sectores agroalimentarios, cerámico y del calzado. Además, los recursos renovables generados contribuirán al desarrollo de nuevos productos sostenibles en los sectores del calzado y la cerámica, permitiendo a las empresas valencianas avanzar hacia la descarbonización de los sectores industriales, tal y como establece el Gobierno de España en su Hoja de Ruta para la neutralidad climática y la Unión Europea para 2050.