La autovía A-31, que une Alicante con Albacete y Madrid, continúa mostrando deficiencias desde su apertura hace casi 35 años, sin planes establecidos para su mejora. Esta vía forma parte de las ‘autovías de primera generación’, diseñadas para duplicar las carreteras nacionales, pero se dejó el trazado original sin modificar, lo que ha ocasionado curvas pronunciadas, cambios bruscos de rasante y falta de adecuación. A pesar de ser una de las primeras autovías inauguradas en España en 1989, aún conserva gran parte de la estructura original de la carretera N-330.
En la actualidad, se evidencian curvas cerradas, se observan tramos sinuosos e incluso zigzags, características impropias de una autovía moderna, además de pendientes pronunciadas y accesos con insuficiente carril de aceleración, como en el caso de Sax. Estos problemas se agravan en el valle del Vinalopó debido al alto volumen de tráfico, con una intensidad media diaria que alcanza cerca de 53.000 vehículos en Novelda y más de 8.000 camiones diarios en sus alrededores, según datos de 2022.
A diferencia de otras autovías de su generación que han sido remodeladas gradualmente, como las que conectan Madrid con Burgos, Zaragoza, València y Sevilla, la A-31 apenas ha experimentado mejoras significativas. A lo largo de los años 90, se realizaron pequeñas modificaciones en algunos tramos, pero en general, los cambios han sido mínimos. Esto ha contribuido a una problemática de siniestralidad persistente, con 48 accidentes con víctimas registrados en 2020 en los 73 kilómetros de la autovía en la provincia, incluso en un período de menor tráfico durante la pandemia.
En resumen, la necesidad de mejoras en la A-31 es evidente, ya que su estado actual, junto con el intenso tráfico y las condiciones complicadas, ha contribuido a una preocupante incidencia de accidentes.