Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno:
Mi nombre es Noemí Segura Linares. Usted y yo no nos conocemos, pero soy una ciudadana más del país que usted dirige o, al menos, desde hace algún tiempo, lo intenta.
Me imagino que, en estos momentos, estará pensando cuál es el motivo de mi carta. Bueno, más bien, por donde le voy a salir porque, no nos vamos a engañar, a día de hoy, tiene usted muchos frentes abiertos y, todos ellos, de complicada solución. Aunque podría darle mi humilde opinión sobre muchos de ellos, me voy a centrar en el que me afecta más de cerca, si le parece bien.
Hace unas semanas, estando en la sala de espera de una de mis habituales revisiones médicas, me enteré de una noticia que me dejó helada. El titular de la misma, venía a decir que miles de funcionarios de Muface (maestros y profesores) perderíamos, a partir del próximo año, nuestra asistencia médica. Esta situación estaba siendo provocada por la espantada de las compañías aseguradoras que venían gestionando, hasta ahora, todo este tinglado. Evidentemente, la falta de acuerdo se debe a una sola cosa, DINERO.
Al leerlo, me quedé petrificada. Vamos me pinchan y no me sacan ni gota de sangre. No me lo podía creer. En un primer momento, pensé que podía tratarse de una fake news que, ahora, están tan de moda; pero, no, la noticia era muy, pero que muy cierta.
He tardado unos días en escribir estas líneas porque quería hacerlo bien. Necesitaba encontrar la calma necesaria para explicarle, a usted y el resto de su equipo de ministros, una cosa muy simple: las decisiones que ustedes toman no afectan a números, porcentajes o estadísticas, si no a personas que sienten y padecen como yo. Personas que sin comerlo ni beberlo, vemos como ustedes pretenden poner en riesgo algo tan preciado para nosotros como lo es nuestra SALUD.
Tal vez, para otros funcionarios que eligieron como yo, tener una asistencia médica con una aseguradora privada cuando aprobaron su oposición, no suponga un gran cambio perder este privilegio; pero, particularmente a mí, me va la vida en ello. Si, ha leído bien. Mi vida depende de la decisión que ustedes tomen. Literalmente, tienen mi vida en sus manos y esto me provoca mucho temor.
Para que usted entienda por qué hago dicha afirmación es necesario que le cuente un poco mi historia. Aunque, siendo sincera, también lo hago, para abrirles los ojos a una realidad que igual, desde la situación privilegiada en la que ustedes se mueven, no son conscientes de ella y, a pesar de contar, con todos esos asesores para la toma de decisiones, no se han percatado de la importancia y las repercusiones que esta tendrá en la vida de muchísimas personas.
Hace más o menos un año, me diagnosticaron un cáncer de mamá. Así que, no me quedó más remedio que luchar con uñas y dientes para poder seguir en este mundo y ver crecer a mis hijos. A lo largo de todo este tiempo, me ha tocado pasar por mucho. Para empezar, tuvieron que hacerme pruebas diagnósticas (biopsias, ecografías, resonancias, tacs…) para poder ponerle nombre al mal bicho que había puesto mi vida patas arriba. Una vez, los médicos tuvieron claro qué tipo de cáncer tenía, establecieron una ruta a seguir.
En mi caso, esa ruta se iniciaría con un tratamiento de seis meses de quimioterapia. Tras el mismo, el equipo médico me realizó una cirugía larga y complicada para conseguir quitar los restos del tumor que quedaban y limpiar la zona afectada. Por último, tocaba el turno de las sesiones de radioterapia, para eliminar cualquier célula cancerígena que pudiera quedar. Como habrá podido comprobar, no me libré de nada.
A día de hoy, puedo decir que, todo eso ha quedado atrás. Por suerte, la cosa ha ido bien. Y, aunque me encantaría decirle que todo ha acabado, no es así. Por desgracia, mi tratamiento, no ha finalizado todavía.
En estos momentos, mi oncólogo y yo, intentamos conseguir encontrar la dosis adecuada de un tratamiento preventivo para que el cáncer no vuelva a formar parte de mi vida o que, si lo hace, sea dentro de muchísimos años. Este tratamiento tiene una duración de un año y, como ya habrá deducido usted, es muy importante para mi salud.
Pues bien, eso es lo que ustedes me van a quitar si deciden no sentarse a negociar con las aseguradoras. Me van a quitar el poder continuar tratándome como lo he hecho hasta ahora. Me van a despojar del equipo médico que lleva mi caso y que lo conoce muy bien porque se ha hecho cargo del mismo desde el principio.
Señor Presidente, usted y su gobierno, me van a negar la posibilidad de seguir luchando. ¿Eso les parece justo?
Pero, lo más injusto de la situación, es que yo no soy un caso único, ni especial. Como yo hay muchísimas personas que están afrontando la misma lucha. A muchas de ellas, no las conozco, pero a otras si y créame cuando le digo que conocerlas a lo largo de este proceso, són lo único bueno que me llevo de esta experiencia que, sin pedirlo, me ha tocado vivir.
Todos nosotros, hasta ahora, hemos tenido las armas necesarias para plantarle cara a nuestro enemigo, pero ustedes pretenden despojarnos de todas ellas por DINERO. Sabe que le digo, que mi vida no tiene precio, señor Presidente. Ni la mía ni la de tantos que, como bien le he explicado ya anteriormente, se encuentran en misma situación.
Y le digo más, en estos momentos, no cree que yo debería estar centrada en luchar y curarme, en vez de estar preocupada por si voy a poder acabar mi tratamiento por su falta de capacidad para dialogar y llegar a acuerdos. A usted, esta situación ¿le parece justa?
Pero, por si todo esto fuera poco, ahora no sólo peligran nuestras pólizas de seguro, si no también nuestras nóminas. Este mes han dejado de pagarnos. Y mi pregunta es cómo se supone que vamos a salir adelante o mejor aún, me podría decir usted el por qué, ya que cuando llamamos a Muface, todo son largas y evasivas. Por lo que creo que se nos está faltando totalmente al respeto y se nos está menospreciando de una forma clamorosa.
Dígame, señor Presidente, si fuera al revés, ¿qué le parecería el comportamiento? Deleznable, ¿verdad? O solo a mí me lo parece.
Necesitamos una solución y que esta no sea colapsar, más si cabe, una Seguridad Social que ya agoniza sin contar con todos nosotros en sus filas.
Espero que puedan resolver la situación de mejor forma posible, teniendo en cuenta que el bienestar de las personas siempre tiene que ir por delante del DINERO o, al menos, eso es lo que pienso yo.
Atentamente,
Noemí Segura Linares