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Elda

Esta semana, visitamos la Ermita de San Antón y el Castillo de Elda en “La Brújula”

Hoy viernes, a las 22:00 horas, se emite el programa “La Brújula”. En esta ocasión, hemos visitadola carismática Ermita de San Antón y el Castillo de la Ciudad de Elda.

La ermita de San Antón, como actualmente se la denomina, se construyó sobre la mezquita vieja de Elda a finales del siglo XV. Originariamente se la llamó de Santa Catalina Mártir, nombre que coexistió con el de San Antón durante algún tiempo. Se situaba al lado de una de las puertas de entrada a la villa, “el portal de San Antón”, junto a la placeta del mismo nombre, pero en una ubicación distinta a la que tiene hoy en día. Fue derribada en la segunda década del siglo XX y reconstruida posteriormente en un solar cercano al que ocupó antaño.

En lo referente al Castillo la historia nos remonta hasta el año 1172, la derrota almohade en la batalla de Huete (Cuenca), y el peligro del avance cristiano, llevaron al reino taifa de Murcia a favorecer la llegada de población y a fortificar enclaves estratégicos en el valle del Vinalopó, entre ellos la primitiva fortaleza de Elda, un alcázar emplazado en un pequeño cerro junto al río, construido y mantenido por los almohades entre los años 1172 y 1243, y que protegía la comunidad que iría conformando la Elda islámica, como demuestran los restos arqueológicos hallados en el núcleo histórico de la ciudad.

Después de la reconquista cristiana del lugar, entre mediados del siglo XIII e inicios del siglo XV, la fortaleza y la comunidad asentada en su entorno pasaron por un período turbulento, cambiando frecuentemente de propietarios, por cesiones y compraventas, que cambiaron su estructura y fisonomía de acuerdo con la época y los hechos que acontecían, dado el carácter eminentemente militar de esta fortificación, que participó activamente en los actos bélicos que se desarrollaron en la zona, al ser utilizado como base de operaciones.

Durante este periodo, el castillo mantuvo, a grandes rasgos, la estructura defensiva heredada del período islámico. No obstante, se pudieron producir obras o mejoras de carácter defensivo, como el refuerzo de murallas y torres. Las reformas y cambios fueron, asimismo, de carácter residencial, acondicionando la fortaleza como lugar adecuado para sus sucesivos señores. Datos arqueológicos recientes hacen pensar que entre la conquista cristiana y el año 1308 se pudo construir en el castillo el templo de Santa María, probablemente el primer edificio de culto cristiano de la Elda medieval. A finales del siglo XIII y hasa principios del siglo XVI la zona extramuros meridional y suroriental del castillo se utilizó como lugar de enterramiento.

A finales del siglo XIV y principios del XV sufrió una importante modificación, acometiéndose obras de refuerzo y reformas en sus murallas, para incrementar su guarnición y defensa. Por este tiempo fue posesión de doña Violante y posteriormente de los condes de Cocentaina, los Corella. Por necesidades económicas, el 4 de septiembre del año 1513 el conde vendió Elda, Petrel y Salinas a Juan de Coloma, de origen judío.

La residencia de la familia Coloma en estas tierras durante todo el siglo XVI y parte del XVII, dio lugar a la transformación definitiva de la fortaleza militar medieval en Palacio Condal. Estos cambios fueron muy notables en su aspecto externo e interno, como parece quedar patente en la modificación de la puerta de acceso, la construcción de torres circulares y de una serie de habitaciones de carácter más o menos señorial, destacando una pequeña capilla religiosa, la construcción de una gran cisterna de agua, dependencias domésticas y para el servicio, que están enterradas y que hasta el momento no han sido excavadas.

La decadencia y deterioro de esta fortaleza comenzó después de la bonanza económica del siglo XVI. La expulsión de la población morisca ocasionó perjuicios económicos muy graves a los condes de Coloma, por falta de recaudación de impuestos, que se vieron obligados a trasladarse a Valencia, fijando allí su residencia, y comenzando así el deterioro de la fortaleza.

En el siglo XIX el proceso de deterioro se vio acelerado. Debido a los cambios políticos que se sucedían en España, fue adquirido por el Estado español en el año 1841, y luego subastado por 121.000 reales en el año 1848. Después de algún intento de demolición, en el año 1842, con el fin de construir un puente sobre el río Vinalopó aprovechando su sillería, y del intento de transformación en cárcel, en el año 1844, para el Juzgado de 1ª Instancia, se llegó acondicionar en él un espacio para la realización de funciones teatrales, actuaciones de cómicos y suelta de novillos, en el año 1846.

Su nuevo dueño, Pedro León Navarro y Vidal (1866-1886), maestro de obras, lo derribó, siendo entonces cuando se expoliaron sus mármoles, sillería, maderas, artesonados, muebles, metales etc.

Finalmente, en el año 1879 fue construido el puente sobre el Vinalopó, cuyas columnas y arcadas fueron levantadas con la sillería de las torres circulares.

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