Lo primero que verás cuando llegues a Villena es su símbolo más característico: el Castillo de la Atalaya, de origen árabe. Al pie de la fortaleza se estableció el primitivo núcleo urbano y a su alrededor fue creciendo la población, rodeada de extensos campos de cultivo. Tras la Reconquista, Villena tuvo Señores de ilustre linaje: los Manuel, los Aragón y los Pacheco, quienes construyeron y mantuvieron, durante siglos, el Señorío, Marquesado, Ducado y Principado de Villena, con influencia decisiva en muchos episodios de nuestra historia nacional.
La estratégica situación geográfica de Villena, unida a la riqueza acuífera de su subsuelo, han determinado nuestro papel en la Historia. Así se explica que en esta zona se hayan dado cita prácticamente todas las culturas, desde el Paleolítico Medio, hace 50.000 años. Existen también vestigios del Neolítico y del Calcolítico pero, sin duda, es en la Edad del Bronce donde Villena se inscribe con mayúsculas en la Historia, ya que a esta etapa pertenece el magnífico Tesoro de Villena, de oro macizo, que puedes disfrutar en el Museo Arqueológico ubicado en nuestro Ayuntamiento.
El Centro de Recepción de Visitantes e interpretación de la Ciudad es un nuevo espacio de encuentro turístico. Aquí obtendrás toda la información que desees sobre Villena y podrás gestionar una visita al Castillo de la Atalaya o a cualquiera de los muchos lugares de interés turístico de nuestra ciudad. El Centro está musealizado, de una forma atractiva y novedosa, para que puedas entrever toda la riqueza histórica, patrimonial y cultural de nuestra ciudad. Después de visitarlo, compruébalo: pasea, mira, escucha y respira Villena.
El núcleo antiguo de nuestra ciudad se desarrolló sobre una elevación natural, al pie de la Sierra de la Villa y en torno al Castillo de la Atalaya. El Casco Histórico se articula en dos ejes. En el barrio de El Rabal podrás respirar la antigua Villena islámica: una red de estrechas e intrincadas calles, con pequeñas manzanas irregulares y placetas inesperadas. En este perímetro se encuentra la Iglesia de Santa María, probablemente edificada sobre la antigua mezquita. Tras la Reconquista, la zona urbana se amplió hacia el oeste, originándose entonces un segundo núcleo. Éste se encontraba amurallado y estaba definido por trazas de calles que siguen las curvas de nivel y otras trasversales de fuerte pendiente, formando también manzanas regulares. En este segundo eje es donde se emplazaron los edificios más representativos y simbólicos de la vida cultural, religiosa y administrativa de la ciudad. La belleza del entorno y la singularidad de sus edificios, casas y calles no te dejarán indiferente. No en vano, se encuentra declarado Bien de Interés Cultural.