Dicho informe, que forma parte de un amplio trabajo en el ámbito estatal desarrollado por 30 investigadores de diez universidades y entidades de investigación, apunta, entre otras realidades, a que «el tsunami que ha supuesto esta crisis se ha llevado por delante a un buen número de hogares que disfrutaban de una posición privilegiada de integración plena. Si en 2018 más de la mitad de las familias de la Comunidad Valenciana se encontraban en esta situación, ahora son solamente el 37,5 por ciento de ellas las que no se ven afectadas por ninguna situación de exclusión».
Así lo ha explicado Daniel Rodríguez de Blas, sociólogo del equipo de Estudios de Cáritas Española y coordinador de los informes territoriales, que ha estado acompañado en la rueda de prensa por el obispo auxiliar de Valencia, Arturo Ros; Ignacio Grande Ballesteros, director de Cáritas Diocesana de Valencia y presidente de Cáritas Comunidad Valenciana; Juan Manuel Aragonés Beltrán, director de Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón y Víctor Manuel Mellado Pomares, director de Cáritas Diocesana Orihuela-Alicante.
De este informe se desprende, además, que en la Comunidad Valenciana, si bien la exclusión no se ha ensanchado, sí se ha agudizado notablemente, incrementándose los casos más severos que ahora afectan a cerca de 94.000 personas más que en 2018. Asimismo, el estrés generado por las situaciones de dificultad ha erosionado la resistencia y relaciones en las familias, especialmente entre aquellas que se encuentran en exclusión severa, incrementándose un 129 por ciento respecto al informe anterior.
Desigualdad y nuevas brechas
El Informe FOESSA de la Comunidad Valenciana constata, además, que la desigualdad ha crecido en un año tanto como durante toda la crisis del año 2008. Se han separado las realidades de quienes han mantenido su trabajo de manera ininterrumpida durante este periodo de crisis y quienes se enfrentan a una situación de desempleo sin protección social, o de empleo reducido en jornada o en remuneración.
«Si dividimos nuestra sociedad en un edificio de cinco plantas, siendo la primera planta los que menos ingresos tienen y la quinta planta los vecinos con más ingresos, los vecinos que más renta han perdido han sido los del primero, los más pobres, y los únicos vecinos que no perdieron renta durante la pandemia, sino que la ampliaron, fueron los vecinos más ricos, los del quinto. La desigualdad en términos de renta ha aumentado más de un 33%, cifra superior al incremento que tuvo durante la crisis de 2008», según ha indicado Daniel Rodríguez.
El desplome de las rentas del quintil inferior, aquellos que viven en el primer piso del edificio mencionado, reproduce y explica la evolución de la pobreza severa que ha crecido un 35% (730 000 personas) y la privación material severa se ha duplicado, en un periodo de tiempo muy corto.
Pero más allá de los ingresos y de las capacidades materiales de las familias, hay otras dimensiones sociales de la desigualdad con un impacto especial en estos tiempos, como son las oportunidades educativas o tecnológicas. Entre las nuevas brechas, la digital afecta a uno de cada tres hogares en la Comunidad Valenciana, duplicando su incidencia (2 de cada 3) para los hogares que están en exclusión severa.
Brechas de exclusión
En el ámbito de la Comunidad Valenciana hay dos brechas que siguen activas y que se hacen más profundas, como son el género y la nacionalidad de origen, y una tercera que adquiere cada vez más fuerza: la edad. Así:
- Esta crisis está feminizando aún más el espacio de la exclusión, ya que esa brecha se ha multiplicado, desde 2018, por tres hasta afectar al 27,5% de los hogares cuya persona sustentadora principal es una mujer frente al 18% donde esa figura es un hombre.
- Casi la mitad de los hogares encabezados por una persona de origen extranjero se encuentran en situación de exclusión, esto es casi tres veces más que en los hogares encabezados por alguien de nacionalidad española.
- Uno de cada tres jóvenes entre 19 y 29 años, y este es un perfil novedoso respecto a los informes anteriores, está afectado por procesos complejos de exclusión social, lo que les impide realizar proyectos de vida para hacer la transición a la vida adulta.
Elementos diferenciales de la exclusión
Pese a las cifras positivas que se están registrando en los últimos meses en materia de empleo, la crisis sigue dejando graves consecuencias que se reflejan en la cantidad, en la distribución y en la calidad del empleo disponible. Esta crisis ha profundizado dos tendencias que, sin embargo, ya existían antes de la COVID-19:
- Se ha producido un empeoramiento de las condiciones de trabajo que genera más trabajadores pobres y menos realizados personal y socialmente.
- Durante esta crisis la precariedad laboral se ha duplicado y alcanza a más de 280. 000 hogares (14%) que dependen económicamente de una persona que sufre inestabilidad laboral grave (esto significa que en el último año ha tenido tres o más meses de desempleo, tres o más contratos diferentes, en tres o más empresas distintas).
- Las barreras para acceder al trabajo se han hecho mayores para una parte de las personas desempleadas: durante la crisis, la situación de que el sustentador se encuentre en paro de larga duración ha alcanzado a 65 000 familias y el desempleo total familiar casi se ha duplicado. En este sentido, hoy hay más de 185.000 núcleos familiares donde todas las personas activas están en paro y a pesar del aumento de la protección social no se ha logrado compensar esta situación, por lo que 76.000 familias carecen de algún tipo de ingreso periódico, que permita una mínima estabilidad.
Además del empleo, las dimensiones de la salud y la vivienda son los otros factores de exclusión en la Comunidad Valenciana y ambas han crecido desde 2018, afectando a día de hoy al 21% y 19% de la población respectivamente. Así:
- Más de 260.000 hogares (12,9%) sufre falta de acceso a medicamentos o tratamientos por problemas económicos.
- Sufrir algún trastorno o dificultad mental ha aumentado en un 280% respecto a 2018, alcanzando al 17% de la sociedad valenciana.
- En el ámbito de la vivienda, la combinación entre altos precios y bajos o inestables ingresos hace que más de 225 000 familias, una vez realizado el pago del alquiler o la hipoteca, queden en situación de pobreza. Se ha duplicado el número de hogares, pasando de 46 000 a más de 122 000, que sufrieron retrasos o no tuvieron dinero suficiente, para el pago de alguno de los gastos relacionados con la vivienda, como el pago del alquiler o la hipoteca.
Propuestas de mejora
La radiografía sobre la pobreza y la exclusión social de nuestro territorio realizada por el Informe de la Fundación FOESSA ha permitido elaborar un decálogo de propuestas para realizar las mejoras necesarias al sistema de protección social, que consisten en:
- Reforzar el acceso a derechos de todas las personas, desvinculándolos de los ingresos, con una orientación clara hacia el “rescate” de los sectores más excluidos.
- Mantener de manera estable las medidas provisionales tomadas en el caso de la salud, la vivienda o la protección social con las necesarias adaptaciones a periodos de estabilidad económica.
- Mejorar la cobertura y la aplicación del Ingreso Mínimo Vital y la Renta Valenciana de Inclusión, así como la coordinación entre Administraciones, ya que ambas medidas suponen un gran avance para corregir los desequilibrios de la protección social.
- Es urgente implementar medidas que reduzcan la precariedad y el desempleo de larga duración, en los empleos más precarios, especialmente en los de limpieza, cuidados, hostelería y labores agrícolas, con gran presencia en la estructura económica de nuestro territorio.
- Deberían complementarse los salarios escasos con otras medidas redistributivas, a modo de estímulos al empleo.
- Garantizar el acceso para todas las personas a un sistema de salud público de calidad y realizar un cambio de estrategia en el ámbito de la atención a personas en situación de dependencia y con necesidad de cuidados para garantizar la igualdad y evitar la exclusión social.
- Poner en marcha políticas frente a la exclusión residencial, ya que desde 2018 se ha triplicado el porcentaje de hogares que residen en viviendas insalubres y el 88 por cien de las personas en situación de exclusión social severa tienen dificultades en esta dimensión.
- Disponer de políticas públicas que pongan los medios necesarios para que todas las personas puedan superar la brecha digital en el ámbito educativo, formativo, administrativo, de acceso a prestaciones, entre otras.
- Avanzar hacia servicios sociales adaptados a la realidad: que cuenten con la dotación suficiente de recursos humanos y económicos, que actúen también desde la prevención y que apuesten por el trabajo social comunitario.
- Como ciudadanía, estamos llamados a realizar una reflexión sobre qué modelo de sociedad queremos, una sociedad que integre a todas las personas, especialmente a las que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad.
El Informe FOESSA sobre exclusión y desarrollo social en la Comunidad Valenciana forma parte del proyecto del Informe FOESSA 2022 que ha obtenido datos primarios a partir de una encuesta realizada a más de 7.000 hogares en todo el territorio de nuestro país, con información de casi 18.000 personas (638 encuestas con información de 1585 personas en la Comunidad Valenciana) que nos aporta un análisis sobre las consecuencias de la crisis COVID-19 en nuestro territorio.