Al toque de difuntos de las nueve y media de la mañana llegaba puntual el féretro del obispo emérito, Pablo Barrachina y Estevan. A la puerta de la Concatedral de san Nicolás, le esperaba el Cabildo catedralicio presidido por el Vicario Judicial de la Diócesis, Miguel Ángel Cremades. Después de un breve responso en la calle, el cuerpo del obispo difunto ha sido introducido en la Capilla de la Comunión de la Concatedral, lugar donde ha quedado instalada la Capilla ardiente. Una vez depositado el ataúd en el centro de la Capilla, los canónigos han oficiado el canto solemne de las laudes, oración litúrgica de la mañana, que ha sido ofrecida en sufragio del alma del obispo difunto. Acabados estos ritos, el cabildo de la Concatedral se ha dirigido hacia la nave central donde se ha celebrado la Eucaristía.
Durante toda la mañana, han sido miles de personas, sacerdotes, religiosos, autoridades civiles, militares y fieles, los que han acudido a dar su último adiós al que fue pastor de la Iglesia Diocesana de Orihuela-Alicante, durante más de treinta y cinco años.
La Capilla Ardiente permanecerá abierta hasta las diez de esta noche y mañana a las ocho tendrá lugar el traslado del féretro hacia la Catedral de Orihuela donde permanecerá expuesto el cuerpo del obispo fallecido para la oración de los fieles, hasta el jueves a las doce del mediodía cuando tendrá lugar la misa Exequial presidida por el Cardenal Arzobispo de Valencia y numeroso grupo de obispos y sacerdotes. A las 17:30 horas el féretro volverá a la Concatedral de San Nicolás para su inhumación en la nave central del templo.