Es evidente que nuestra manera de ver y entender la realidad viene determinada por el modo en que nos ganamos la vida. Por ello nuestras opiniones no suelen ser desinteresadas y rara vez mantenemos un discurso que pueda perjudicar nuestros intereses particulares, incluso sabiendo que pueda favorecer un bien común. Esto es bien sabido por las empresas de marketing y publicidad, que diseñan muy inteligentes campañas cuyo objetivo es que pensemos de manera consciente o inconsciente que nuestros intereses coinciden con los de la marca o el producto anunciado. Lo más interesante del caso es que, en muchas ocasiones, se consigue con la publicidad y el marketing hacernos creer que nuestros intereses están en el lugar exacto que menos nos conviene en realidad.
En el pueblo de Biar la población se ha manifestado de manera contundente contra la instalación de miles de viviendas asociadas a campos de golf. Los argumentos esgrimidos no sólo son de sentido común, vienen avalados por diferentes organismos internacionales e instituciones académicas y científicas: desde la geografía, la antropología, la sociología, la economía o la ecología se argumenta en contra de un tipo de urbanismo ecológicamente inviable, socialmente segregador, culturalmente empobrecedor y que desde el punto de vista exclusivamente económico supone beneficios desorbitados para muy pocos en pocos años, y un lastre para muchos durante lustros. Aun así, las estrategias de publicidad que buscan un cambio en las voluntades pueden ser tremendamente eficaces si se cuenta con el suficiente dinero. Y las inmobiliarias y promotoras van a emplear todo el que haga falta, porque saben que, utilizado con habilidad, les reportará enormes beneficios.
Por ello empresas foráneas sin ningún arraigo local van a explotar el filón de la donación solidaria, el compromiso cultural y la promoción deportiva local en una comarca en la que tienen planificadas intervenciones inmobiliarias de enorme impacto. Su intención es clara: no están dando a cambio de nada. Cuando la sociedad acepta este dinero, contribuye a la expansión de una idea: las macrourbanizaciones nos benefician. Somos conscientes de que es muy difícil que las siembre pobres arcas de los clubes deportivos o asociaciones culturales vayan a negarse a aceptar las tentadoras ofertas que ya han comenzado a lanzar las promotoras interesadas en estas tierras (para ellos terrenos), pero al menos se debe tener presente que están contribuyendo a consolidar una estrategia de marketing que busca el beneficio privado y supone un perjuicio público. Puede que los intereses particulares de clubes, peñas o asociaciones culturales se beneficien ahora de manera inmediata de un dinero que buena falta les hace, pero los chicos y chicas que juegan en estos equipos o participan en estos grupos, perderán en el futuro parte de los mejor que ahora tienen: la calidad de vida, y seguramente verán también cómo se limitan las potencialidades de desarrollo de sus pueblos.
En última instancia hemos de ser responsables a la hora de elegir qué y quién se publicita en nuestras camisetas y, en todo caso, no alegar nunca desconocimiento por falta de espíritu crítico.
ASSOCIACIÓ NATURALISTA RECONCO DE BIAR
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