Y es que, está de moda… tener asistentes atentos a nuestra voz como, Siri, Alexa, Google Assistant es todo un hito y un logro tecnológico.
Desde el hecho de que responda a nuestras peticiones…pasando por el hecho de que reconocen nuestra voz, no de un modo más o menos aceptable… sino increiblemente bien, estos aparatitos proporcionan un inmenso abanico de opciones que hacen las delicias de propios y extraños.
Hasta hace no demasiado tiempo, el pensar que poder decirle a un aparato algo tipo … dime qué tiempo va a hacer mañana… ponme esta canción… con nuestra proia voz, sin tener que teclear… parecía más bien magia (a mí me sigue pareciendo magia…).
Sin embargo, aquí está, para el mercado doméstico, el usuario de a pie… sin necesidad de tener conocimientos de informática…sin siquiera tener que estar conectado el aparatito a un ordenador…solo a la alimentación eléctrica y una conexión a internet… listo.
Cuando estos aparatos reconocen nuestra voz, se desviven por complacer nuestras peticiones… qué maravilla… a nuestro servicio… lo reconozco, todo un logro de la tecnología… pero…
qui
Un momento… ¿están escuchando activamente todo el rato o solo pasivamente hasta que reconocen nuestra voz?… umh…¿quién o qué más está escuchando?…
¿Puede alguien malintencionado hackear, vamos, hacerse con el control de dicho aparato y convertirlo en un indiscreto topo?.
¿Dónde se guardan las conversaciones que tenemos con esos aparatos?
No es que quiera ser alarmista, ni mucho menos (lo mismo es extrapolable a nuestros teléfonos inteligentes…) pero, vamos, que esta tecnología ni es barata, ni es gratis… y, viendo lo relativamente baratos que son estos maravillosos aparatitos, al menos sí deberían hacernos reflexionar y ser conscientes de qué es lo que tenemos entre las manos.