Mutxamel volvió a vivir una de sus noches más sobrecogedoras con la celebración del tradicional Vía Crucis de las Velas, organizado por la Cofradía del Santísimo Cristo del Perdón y Nuestra Señora de la Piedad. Un acto profundamente espiritual y cargado de simbolismo que marcó el inicio de los días grandes de la Semana Santa en la localidad.
La procesión comenzó al anochecer desde el Convento de San Francisco, con la salida solemne del Santísimo Cristo del Perdón, portado a hombros por sus costaleros, seguido por la Cruz de la Santa Redención, llevada por las costaleras de la Virgen de la Piedad. Este año, el Vía Crucis estuvo especialmente dedicado a la juventud, poniendo en valor su implicación y compromiso con las tradiciones del municipio.
Más de 230 cofrades recorrieron el casco antiguo en completo silencio, portando faroles y velas que iluminaban el camino en una atmósfera de recogimiento absoluto. El itinerario, marcado por la oscuridad y los redobles secos del tambor, trasladó a los asistentes a una época casi medieval, reforzado por los cantos sacros del Miserere en latín, interpretado por un coro de monjes que acompañó al Cristo durante todo el recorrido.
Entre los momentos más emotivos destacó el paso por el Carrer El Sol, la llegada a la Parroquia de El Salvador y la entrada del Cristo en el templo, envuelto en un halo de luz y silencio que conmovió a vecinos y visitantes.
Desde la cofradía se ha querido agradecer la implicación de todos los participantes, la colaboración de los vecinos que decoraron las calles con velas, y el apoyo del Ayuntamiento de Mutxamel, que se ha volcado con este acto tan representativo de la identidad local.
El Vía Crucis de las Velas se consolida, un año más, como uno de los eventos más singulares y emotivos de la Semana Santa en la comarca.