Este mes, lo que toca en el instituto junto con el nuevo equipo directivo está siendo, entre otras cosas, entregar la memoria final del curso y la de las movilidades Erasmus+, hacer el seguimiento del proceso de matriculación, llevar a cabo reparaciones o mejoras en las instalaciones y preparar los horarios y labores de planificación académica para el curso que viene.
Mientras, desde hace diez días, Isabel y los niños están en Adra; yo, los fines de semana (con celebración del Día del Carmen y su víspera añadida).
En esta pequeña localidad de la costa de Almería donde vivíamos antes, hemos podido quedar a comer con Ascensión y Tobalo, o con Ángeles y José (los matrimonios que no ayudaron a cuidar a nuestros pequeños); también a jugar con los hijos y nietos de estos últimos o bañarnos en la piscina; saludar a Mohamed u otros vecinos y lugareños; juntarnos en la playa y tomar un menú, tapas o helados con Amanda, Emilio, Figue, Oxana, familia, amistades…
Como es tradición, un buen grupo volvimos a la cala de Mónsul para merendar, meternos en el agua o subir a la duna, y ver la luna y las estrellas al hacerse de noche.
Aparte, hemos podido pasear en pareja a la orilla del mar, he subido a los altos de La Parra para dar una vuelta con vistas a las cumbres de Sierra Nevada, y hasta ha habido tiempo para acercarnos los cuatro a Almería e ir a visitar la cueva de Nerja (antes de pasar una tarde en Granada).
En fin, que vamos intercalando el trabajo que queda por hacer con preciosos días de vacaciones.
Gonzalo Trespaderne Arnaiz