(Escribo estas líneas como desahogo, como muestra de solidaridad con el pueblo ucraniano, como reflexión para compartir haciéndome eco de las enseñanzas de los grandes líderes por la Paz que ha tenido la Humanidad. Supongo que jamás llegarán a su destino, pero son un gesto que quiero sumar a los de todas gentes que forman parte del gran ejército que nunca dejará de luchar por la libertad, la concordia y la solución de los conflictos evitando el recurso a la violencia).
Vladímir Vladímirovich Putin
4, Staraya Square,
Moscú, 103132,
Rusia.
Señor Presidente de la Federación Rusa,
En los últimos días ha demostrado al mundo que ejerce un poder prácticamente absoluto en su extenso país, para el que pretende recuperar el papel hegemónico que tuvo en épocas pasadas; que puede invadir otro con 44 millones de habitantes y más de 600.000 km2 rápidamente; que no le tiembla el pulso a la hora de dar órdenes aunque lleven consigo el aniquilamiento de cientos o miles de civiles; y que no teme la condena mayoritaria de la ONU ni las duras sanciones económicas impuestas. Sabemos también que con el arsenal nuclear que guarda es posible acabar con todos los seres vivos sobre la corteza terrestre en cuestión de minutos.
Si su objetivo era atemorizar a los habitantes de este planeta exhibiendo su fuerza militar, creo que lo ha conseguido.
A partir de aquí, le recomiendo que se detenga un momento a ver el video que vi yo anoche en el telediario sobre un niño de año y medio gravemente herido por sus bombas, al que los médicos del hospital al que ha sido trasladado con máxima urgencia no consiguen salvar, en presencia de sus padres, y que recuerde lo que hacía con sus hijas Mariya y Katerina cuando tenían la misma edad. Le propongo que mire a los ojos de sus valientes “hermanos” o “vecinos” tras haber tomado la decisión de defender hasta la muerte la tierra madre que intenta arrebatarles por las armas; que observe la desolación de los cientos de miles de mujeres, ancianos y menores en situación de máxima vulnerabilidad obligados a dejar sus hogares para iniciar un terrible éxodo con las manos vacías. Por lo demás, le sugiero que pregunte a sus compatriotas si realmente desean la expansión de sus fronteras a costa del derramamiento de tanta sangre inocente y sufrimiento, y qué opinan de la información que se les transmite y se les deja transmitir a través de los medios de comunicación oficiales.
En consecuencia, le pido con todas mis ganas que pare ya, que cese la matanza de personas y la destrucción de cuanto han construido a lo largo del tiempo, que piense en la bondad que habrá encontrado en muchas almas durante su existencia, y que se salga a contemplar lo maravillosa que es la vida fuera del búnker donde se encuentra.
Atentamente, Gonzalo Trespaderne Arnaiz. En Villena, a 6 de marzo de 2022.