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Villena

Una reliquia de la talla quemada en la Guerra Civil de «la Morenica»

Hay una tradición que comenzó antes de la Guerra Civil española. Una familia de Valencia se traslada a Villena con el único fin de colocar a la «Morenica» el cinturón que recoge su manto para impedir que pueda ser deteriorado por el viento u otras inclemencias meteorológicas.

La historia se inicia cuando, en la década de los años treinta, José Leal Lázaro es nombrado cura del Santuario. Sus padres, Ginés Leal y Rita Lázaro, vivieron los últimos años de su vida en el mismo santuario, y fue Rita Lázaro quién tuvo la idea de ceñir con una cinta el manto de la «Morenica», para el traslado hasta Villena.

Esa cinta inicial se transformó en un cinturón bordado en oro, sobre terciopelo, confeccionado por Rita y una prima suya, Virtudes, que era una conocida bordadora. Al morir Rita, la tradición pasó a su hija Dolores, desplazándose todos los años desde Valencia con su esposo e hijos.

Se cuenta en una publicación que en el año 1934, al estar muy enfermo su padre, Dolores se trasladó al santuario de las Virtudes con su familia. Allí tuvieron que vivir los días más difíciles de su vida al estallar la Guerra Civil. Una mañana se presentó en el santuario una compañía de milicianos con la intención de incendiarlo.

Dolores y otras personas del lugar se enfrentaron a los milicianos transmitiéndoles que tendrían que quemar el santuario con ellos dentro. Al final, únicamente se quemaron en la explanada bancos y otros efectos, respetando el complejo en el que vivían varias familias, en las antiguas celdas. La siguiente tarea de Dolores consistió en esconder la imagen de la Virgen de las Virtudes, logrando en ese primer momento que no fuera quemada.

Días después, cuatro milicianas y dos hombres se presentaron de nuevo en el santuario en un coche, exigiendo a Dolores que les entregara la imagen de la Virgen, «porque era del pueblo y querían conservarla en Villena».

Adivinando las verdaderas intenciones de aquel grupo, Dolores negó tener la Virgen, manifestando que había sido quemada. La respuesta fue rotunda. «Sabemos que la tienes escondida y, nos la entregas, o pegamos fuego a todo el convento». Finalmente, realizaron un registro, encontrando la imagen. Según contó Dolores, «minutos después, entre llantos y lamentos, vimos como a la altura del puente de la Acequia del Rey, salía humo y llamas, por lo que, temiendo lo peor, nos dirigimos al lugar corriendo, encontrando al llegar, únicamente, pequeños restos de la Imagen, ceniza y varias latas de gasolina vacías».

Mediante algunas estampas, y con la ayuda de una de gran tamaño en color que Eugenio y Dolores conservaban de la Virgen de las Virtudes, al finalizar la Guerra Civil, Antonio Navarro Santafé, conocido escultor, realizó una nueva talla, la que conocemos en la actualidad.

El relato cuenta que Dolores marchó a vivir a Valencia, pero todas las romerías se trasladaba a Villena con el cinturón para colocarlo a la «Morenica», así como el día nueve para recogerlo una vez vuelve la imagen a su santuario. A la muerte de Dolores, continuó con la tradición su hijo Eugenio y en la actualidad, son los hijos de Eugenio, María Dolores, Eugenio José, Miguel Ángel y María José, quienes sienten la devoción y la tradición que vivieron siempre en su hogar. De igual manera, varias ramas de la familia Leal, han manifestado siempre su disposición de continuar con esa tradición iniciada antes de la Guerra Civil.

De aquellos momentos y del recuerdo amargo de cuando la talla de la patrona la quemaron, Fina Galvañ, vecina de Las Virtudes de toda la vida, a sus 90 años de edad, nos relata recuerdos; con sus propios ojos contempló el destrozo que hicieron a la patrona, vio sus cenizas y las joyas que llevaba entonces destrozadas.

Pero la providencia y gracias a su madre, conserva un trozo del manto que aquel día portaba la Excelsa patrona. Sin duda, es una auténtica reliquia que conserva y que guarda como “oro en paño”.

Seguidamente ofrecemos una distendida tertulia hablando de este tema y de otros gratos recuerdos. Por cierto, Fina, superó el Covid y como ella dice, gracias a la Morenica, ella, y su hijo Vicente, lo cuentan como un mal sueño que despertaron gracias a su gran vecina; Nuestra Señora la Virgen de Las Virtudes.


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